lunes, 11 de agosto de 2008

A pesar de las diversas dificultades que han tenido que afrontar estos diferentes grupos a lo largo de cuatro siglos, desde el arribo de las carabelas de ultramar que se encontraran con las costas de lo que hoy es Colombia, pasando por el periodo de conformación de la República, y las ultimas transformaciones de las décadas del siglo veinte, afrontando procesos de “civilización” de intensas “cruzadas” de “cristianización”, “castellanización” e “institucionalización”, han sido pueblos con una rica dinámica de construcción de sus identidades, de tal manera que hoy aparecen a lo largo y ancho del país; identificándose como pueblos, y manteniendo en sí mismos, aunque de manera desigual, legados milenarios de sus ancestros.
A pesar de los avances legislativos con respecto a la población indígena, aún el 15 por ciento de ellos, carece de tierra o no cuenta con reconocimiento por parte del estado de su territorio y derechos de autonomía; aparte de ello, existen varios grupos que sí gozan de este reconocimiento, pero que se encuentran sometidos a fuertes procesos de colonización de diferentes tipos.
En muchas ocasiones sus territorios son influidos e impactados por diferentes problemáticas que atañen al resto de la sociedad nacional, como lo son la guerra, el narcotráfico, o la presión de multinacionales por la apropiación de recursos naturales de sus zonas, casi todos en territorios ancestrales, muchos de ellos considerados sagrados.
El conflicto armado que sucede en Colombia, bien sea por la presencia de personas armadas en su territorio, o bien por ser escenario de enfrentamientos o por ser víctimas directas en todas las formas posibles, hace que la guerra sea un elemento que puede llegar a ser muy lesivo para el desarrollo de la autonomía indígena, tan indispensable en la conformación de la nación multicultural.

El narcotráfico tiene un impacto considerable en el medio ambiente, y los territorios indígenas que no han sido inmunes a las consecuencias de este fenómeno. Desde el desequilibrio ecológico que se produce en la producción de narcóticos, por devastación del bosque o contaminación de las aguas, hasta la respuesta institucional en contra de esa producción, por medio de fumigaciones y otras formas de “erradicación”, que igualmente intervienen en el paisaje quemando zonas de bosque, o envenenando las aguas y cultivos de pancoger en algunas ocasiones. A nivel social, el narcotráfico a alterado la organización social indígena, a veces por su posibilidad de contratación de abundante mano de obra, o la cantidad de dinero con que se moviliza por los territorios indígenas, con lo cual se altera la autoridad y organización tradicionales, la relación con la tierra y el concepto de riqueza, entre otros.
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